Logroño, ciudad para comer y beber (Logroño)
Si aun estáis dudando sobre dónde iros de vacaciones y vuestra economía no os deja ir a las Seychelles, aquí os traigo una solución buena, bonita y barata: Logroño. El casco antiguo de esta ciudad acoge dos de las mejores calles de pinchos y tapas de toda España y para los que somos adictos a la comida, pasear por ellas es auténtica lujuria gastronómica. Además se une a ello el hecho de que Logroño esté ubicada en la Rioja. Esto significa que vayas donde vayas, tu comida irá acompañada de un buen vino de La Rioja.
La calle Laurel es la más conocida pero entre los vecinos se conoce también mucho la calle San Juan, situada más al este de la ciudad. Ambas están repletas de bares que ofrecen pinchos y platos. Se trata de un enorme restaurante al aire libre en el que comer, beber y disfrutar. Cada bar o restaurante indica en una de sus paredes cuál es el plato estrella que le caracteriza. Es una buena forma de ir probando lo mejor de cada casa. En mi caso particular, yo he estado en Logroño en tres ocasiones y si pudiera, haría una escapada de fin de semana cada año. Este año les ha tocado a mis padres pasar por esta ciudad riojana y como buen padre y buena madre de una fanática gastronómico, no hubo día que no me enviaran vía whatsupp una foto de un pincho, bar o vino. En fin, locuras gastrofamiliares que incitan a la competición por ver quién come más y mejor en la familia.
Volvamos al tema. Si alguna vez os dejáis caer por Logroño os recomiendo que al menos probéis los champiñones de Bar Ángel (calle Laurel, 12), los pinchos, con su salsa especial y secreta, del Tío Agus (travesía Laurel, 4), las zapatillas de jamón con tomate de La Méngula (travesía del Laurel, 11) y el pincho de foie a la plancha de Vinissimo (calle San Juan,23). Para el que busque más creatividad en las elaboraciones de los pinchos y quiera un local un poco más moderno, le sugiero La Taberna del Tio Blas (calle Laurel, 1). Sus especialidades son el pañuelo de rabo de toro, la croqueta de espinacas, la hamburguesita especial, los buñuelos y la croqueta de chipirón. Lo más peculiar de este lugar se encuentra, quizás, en sus bebidas: sirven mojito de barril y disponen de granizado de vino tinto crianza.
Dos días son suficientes para recorrerse las dos calles y conocer en profundidad la gastronomía de esta ciudad. Si se prefiere ir de restaurante aconsejo dos opciones: para una comida más tradicional, el restaurante el Muro (calle Laurel, 27) y para encontrar la creatividad e innovación, el restaurante Tondeluna (calle Muro de la Mata, 9). Ninguno de los dos defraudan en su estilo.
Y para acabar la noche o terminar la comida, nada mejor que pasearse por las calles de Logroño con un helado en mano. La última vez que fuimos, descubrimos la heladería La Veneciana con tres sucursales en la ciudad. Aunque tiene unos precios algo altos para su calidad, sus sabores no defraudan. No tenemos más experiencia en helados en estas ciudad riojana pero sí que hemos leído buenas críticas sobre la heladería Dellasera (Portales, 28). Quién los pruebe que me avise, para la próxima vez 😉
noviembre 11, 2013, 10:31 pm
Que alegría que os hayáis pasado por Logroño, mi ciudad natal. La próxima vez que te pases por allí te recomiendo que te pases por la zona de la calle San Juan, menos conocida fuera pero con bares fantásticos. Los pinchos de cabrales a la sidra del Bar San Juan, la tortilla del Rey de la tortilla…
En la Laurel el Pata negra y su bocatita de Jamon con queso de tetilla, las patatas del Jubera y los champiñones del Soriano. 3 de los imprescindibles cada vez que voy a ver a mis padres.
Un saludo y que sigas disfrutando así de la comida.