Peixample (Barcelona)
Como celebración de nuestro aniversario decidimos pegarnos un homenaje y visitar un sitio diferente. Mi prima nos había hablado de este nuevo restaurante en Barcelona y nos recomendó que fuéramos para tal ocasión especial.
Sus creadores son el chef Aitor Olabegoya y el sumiller Alberto Viña. En pocas palabras yo definiría este restaurante como «marisquería de lujo». Cuando pensamos en una marisquería solemos caer en la tentación de pensar en el típico restaurante con decoración marinera y Peixample, en este aspecto, rompe con ello. Lo que más me llamó la atención, fue exactamente eso, la decoración: luz tenue, sofás de piel en forma de media luna,…cuidan todos los detalles. Y para detalle el hecho de que todos los camareros, perfectamente indumentados, calzaran deportivas Munich. Una idea muy original y muy actual, me gustó.
De la carta, pues, me hubiera gustado probar cada uno de los platos que tenían. Pero claro tuvimos que elegir:
Para empezar antes de empezar:
– Copa de cava: no me quedé con el nombre, una pena.
– Aceite de oliva arbequina virgen extra (Boella): nos sirvieron, como si de una botella de vino se tratara, aceite de arbequina en un platito junto al pan. Idea que me encantó porque yo soy de las que antes de empezar a comer me cojo un poquito de pan y le echo aceite. Aquí directamente se trataba de una degustación de aceite y qué decir del aceite, buenísimo.
Ahora sí, para empezar:
– Milhojas de foie trufado con armagnac: seguramente hecho allí mismo, excelente.
– Gambas rojas a la sal: muy buenas, cen su punto y cuando digo en su punto me refiero a que no estaban muy pasadas y más bien crudas, lo que hacían que el sabor fuera exquisito. Vamos yo diría: gambas de verdad.
– Navajas: pasaron sin pena ni gloria, si que es verdad que eran unas señoras navajas. Pero quizás fue el plato que nos arrepentimos de pedir.
En Peixample, como ya he dicho, cuidan hasta el más mínimo detalle. Cada plato de marsico vino acompañado de un recipiente metalíco para poder echar las cáscaras. Pero para original, la servilleta que te servían para poder limpiarte las manos después de los platos: una pastillita que una vez se le vertía agua, se hinchaba para convertirse en una servilleta húmeda.
Segundos:
– Tataki de atún: el plato que triunfó en nuestra mesa. El atún casi crudo por dentro y hecho por fuera, la salsa, el corte, la calidad del pescado…plato triunfador, sin duda alguna. Lamentamos más tarde no haber pedido el tartar de atún de la carta. El mejor plato de atún que hemos probado hasta el momento.
– Carne de buey Wagyu: muy tierna, la grasa de la carne me pareció especialmente sabrosa. Para mi gusto quizás muy hecha.
Para ir terminando:
– Cuatro texturas de chocolate con compota de frambuesas: postre que no probé. Buena presentación.
– Brownie de verdad: Y cierto que era de verdad. Postre con cantidad y brownie acompañado de helado de vainilla. Esta combinación nunca falla.
Para beber:
– Vino blanco Sauvingnon Blanc de Gramona 2007: excelente. Decir que tienen una extensísima carta de vinos.
– Copa de Whisky Macallan 10 años
– Aguas y infusión
Precio: 172,00€ (2 personas).
En conjunto muy bien, buscábamos algo diferente y lo encontramos, además con calidad. El servicio excelente, nos cuidaron mucho. Una de las pocas críticas que le puedo dar al lugar (y tampoco es que el restaurante tenga la culpa) es que resultó que coincidimos con un grupo que se instaló en el privado formando bastante ruido. Soy de las que me gustan comer sin ruido y disfrutar con los cinco sentidos del placer de yantar…
Un homenaje, sí, pero de vez en cuando merece la pena, sobre todo si te sale bien como ocurrió en esta ocasión.
Peixample
08008 Barcelona,
Tel: 93 237 34 12