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Comiendo en el mercado de Tsukiji (Tokio)

Visitar el mercado de Tsukiji es de esas cosas que uno no puede dejar de hacer si viaja a Tokio. Nosotros dejamos esta visita para el último día (el mismo día que cogíamos el vuelo de vuelta) para quedarnos con buen sabor de boca, nunca mejor dicho. Por suerte o por desgracia, nos encontramos que aquel día, un domingo, la lonja estaba cerrada y el mercado medio abierto. Lo malo fue que nos quedamos sin ver el espectáculo de la lonja y lo bueno fue que pudimos disfrutar tranquilamente de los puestecillos del mercado que estaban abiertos, porque según nos contaron en un día normal suele ser dificultoso moverse por las callejuelas del mercado.

Después de pasearnos por las callejuelas, decidimos probar el que dicen que es el mejor sushi del mundo. No nos costó mucho decidir en qué bar de sushi íbamos a comer porque antes de entrar en el local habíamos presenciado cómo los empleados del bar cortaban un atún en vivo y en directo y nos pareció que aquel bar estrechito, con su barra de madera auténtica, era el idóneo.

El mantelillo de plástico donde te sirven se usa a modo de carta (ya sé que parece una tontería, pero esta idea a mí me parece fantástica: ¡ahorro de espacio y ahorro de tiempo a la vez!). Una carta sencilla, clara y concisa. Cada uno de los niguiris venía con su precio, su descripción en inglés y su fotografía.

Fanáticos nosotros del atún, pedimos niguiris de los cuatro tipos de atún que había. Allí mismo, delante nuestro, el chico escogió el pescado, montó el arroz que ya tenían preparado en un gran cuenco y en un plis plas teníamos nuestro sushi delante nuestro.

Lo que distinguía, a primera vista, a cada uno de los niguiris, era la veta de grasa y el color del atún. El de gama alta costaba unos 5 euros pero su gusto era tan fino, tan auténtico. Se deshacía en la boca… impresionante.
Una diferencia con respecto a los que estamos acostumbrados que nos sirvan en los restaurantes japoneses de nuestro país, es que estos niguiris venían todos acompañados de wasabi. En algunos entre el arroz y el pescado (¡escondido!) y en otros por encima. Pero a diferencia de ello, el wasabi resultaba agradable. Me pareció que no picaba tanto.

No sólo probamos atún, también le dimos al salmón, nuestro segundo pescado favorito. Incluyendo un niguiri de huevas de salmón. No nos atrevimos con más tipos de pescado, aunque tampoco nuestro estómago daba más de sí.

Pagamos unos cincuenta euros (2 personas), repitiendo alguno de los de atún. Quizás parezca caro por sólo comer niguiris. pero por la calidad del pescado, la variedad, la calidad del arroz (que aunque no haya hablado de ello, tiene su importancia en el montaje de los niguiris), el servicio, el ambiente del sitio, la limpieza, el espectáculo…. todo cuenta y yo volvería a pagarlos gustosamente.

Y volvería a Japón. Entrada dedicada a ellos, a Japón, a los japoneses, porque los malos momentos pasan y los buenos vuelven.

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Me apasiona hablar de comida. Aunque en realidad mi pasión verdadera es comer. Cocino para comer, salgo para comer, trabajo para comer, leo para comer mejor, hago deporte para comer más... Arantxa Ruano

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