Vaya banquete. Lo que nos prepararon en el hotel de Hakone (Kaganawa, Japón) fue un auténtico banquete japonés. Después de disfrutar de un baño relajante en el balneario natural (onsen) del propio hotel, acabamos el día con una impresionante cena.
Menos mal que nuestro guía nos fue explicando cómo había qué proceder y por dónde había qué comenzar. La mayoría de nosotros no habíamos presenciado tal espectáculo nunca y no parábamos de hacer fotografías a todo lo que nos rodeaba. Vestidos con la indumentaria que nos había prestado el hotel, estábamos emocionadísimos y tardamos un rato en comenzar a comer.
Si no me equivoco, en Japón, a este estilo de comida, con tanto plato y tan cuidada presentación, se le llama cocina kaiseki. Sinceramente todo el grupo quedó sorprendido por la infinidad de platos que nos esperaban encima de la mesa, con el cuidado con el que habían sido colocados y con el sinfín de sabores que íbamos a disfrutar.
Empezamos con un pequeño bol de té brindando…como dicen ellos: ¡kampai! (¡salud!).
Sashimi
Sopa de verdura y sopa de pescado
Mayonesa de yogur y arándanos con verduras (había que comerlo todo mezclado)
Flan de huevo salado
Carne de Takayama al vapor (como acompañamiento una graciosa y colorida flor de tofu)
Verduras con huevo cocido (cocinado allí mismo a fuego lento)
Berenjena, carne de cerdo y jengibre
Patata, salmón, cangrejo, helecho, setas, gamba, rábano rayado con huevas de salmón, algas y boniato
Sopa de verdura con hojaldre y tofu de calabaza
Helado de limón
Dulces de varios sabores envueltos en una hoja
Decir que en este banquete no sólo la comida fue la protagonista. El ambiente de la sala, sencillamente oriental, y la vajilla con la que se servían los platos fueron más que importantes en esta cena. La mesa dónde cenamos era bajita con sillas acolchadas y bajitas también. Sobre la mesa: platitos, cajones, cuencos, platos hondos, cuadrados, jarritas, … de cerámica, de plástico, de madera. Realmente aquello fue un festival de colores y sabores.