El título de esta entrada es algo extraño porque considero que un risotto nunca es fácil de cocinar. Cocinar este tipo de arroz requiere paciencia, tiempo, cariño y cuidado. ¿Y porqué pongo entonces fácil en la receta? Pues porque el sabor a pesto se lo he añadido de una manera muy sencilla: utilizando el queso pesto verde del que ya hablé por aquí.
Ingredientes:
3 cs de mantequilla
1 cs de aceite de oliva
1 cebolla picada
280 gr de arroz arborio
1,2 l de caldo de pollo
120 gr de queso pesto verde
50 gr de queso pesto verde rallado
pimienta
sal
En una cazuela derretimos las 2 cucharadas de mantequilla con el aceite a fuego lento. Rehogamos la cebolla removiendo de vez en cuando hasta que la cebolla esté tierna. Añadimos el arroz y removemos para que se empape bien del aceite y la mantequilla. Rehogamos sin dejar de remover durante unos 2 minutos o hasta que los granos se vean transparentes.
Vertemos el caldo, calentado previamente, cucharón a cucharón removiendo tras cada incorporación y hasta que el arroz embeba el líquido. Cuando acabemos con el caldo, subimos de fuego a fuego medio para que borbotee. Salpimentamos al gusto. Cocinamos unos 15 minutos o hasta que veamos que el arroz está cremoso. Sacamos del fuego y añadimos el resto de la mantequilla y los 120 gramos de queso pesto verde. Removemos bien.
Servimos acompañándolo del queso pesto verde rallado.