Eso sí, no hay animal que se le resista. Recuerdo yo a mi tío con mi padre, cuando yo era una ñaja, en lo alto de una roca frente al mar con sus cañas de pescar fabricadas manualmente a partir de las cañas que tapaban la entrada del camping donde nos instalábamos. Esas cañas que un buen día mi padre se inventó para poder atrapar cangrejos (simplemente había que atinar a poner el anzuelo dentro de la pata de un cangrejo y tirar..) y cómo de repente todos nosotros teníamos una y nos dedicábamos a buscar los cangrejos incluso de noche con la linterna y atraparlos.
Pero él no necesitaba caña. El Kike se valía con su fuerza. Recuerdo sobre todo un día que mi padre localizó una cabra. Sí, una cabra, porque a los cangrejos grandes les llamábamos cabras. Y esas no había manera de capturarlas con las cañas. A esas había que tratarlas de manera diferente…a lo bestia. Ya ves a mi padre utilizando la propia caña para pegarle una sacudida e inmovilizarla y a mi tío utilizando sus propias manos para agarrarla! Sus propias manos! No sé si alguna vez habéis visto un buey de estos en vivo y en directo, pero esos animales impresionan. Y aquel era de un tamaño considerable. Vamos que no cualquiera puede meterle la zarpa…pero mi tío sí que se atrevió ;-P
Volviendo a lo de los animales. A mi tío lo he visto desenvolverse muy bien empezando por animalitos de la talla de los caracoles (irlos a buscar y cocinarlos tiene lo suyo) hasta un buen animalote como es un cordero al horno.
Pero con quien también hace muy buenas migas es con las señoras hortalizas y verduras. De sus manos han salido exquisitos manjares como el gazpacho (hay que dedicarle tiempo si quieres que te salga como a él) o una sopa de cebolla que ya le gustaría a más de un cocinero cocinarla como lo hace él.